Finca Santa Emilia

En las proximidades al este, a pocos kilómetros de Tegucigalpa, se halla la Finca Santa Emilia, situada en Danlí, El Paraíso. Este encantador paraje cuenta con un clima placentero, perfecto para aquellos que disfrutan de la convivencia con la naturaleza y la inhalación de aire fresco. Es un destino ideal para la práctica del senderismo.

 

Introducción

En la Finca Santa Emilia, experimentarás una conexión total con la naturaleza que distingue a Danlí. Su principal atractivo es una exquisita cascada que te llama a sumergirte en sus aguas cristalinas tras una larga caminata. El senderismo se erige como la actividad estrella en esta finca, cautivando a visitantes de todas las edades.

Embárcate en un fascinante recorrido por las montañas, siguiendo rutas envueltas en exuberante vegetación en la Finca Santa Emilia. Aquí, tendrás la oportunidad de maravillarte con la belleza natural y, si la fortuna te sonríe, avistar algunas de las especies animales que llaman hogar a esta región, como los monos aulladores. Además de las caminatas, podrás disfrutar de emocionantes actividades como el camping, el canopy y, por supuesto, sumergirte en las refrescantes pozas naturales de aguas cristalinas, proporcionando el descanso perfecto después de un día de exploración.

La Finca Santa Emilia no solo representa un santuario natural, sino también un lugar donde se cultivan productos agrícolas tales como café, bananos y flores. Ubicada en las elevaciones de Apaguiz, a escasos 40 minutos del municipio de Danlí, el acceso a esta finca tiene un costo de L70.

Historia

De acuerdo con la historia, la Finca Santa Emilia tiene sus raíces en el año 1870, cuando fue adquirida por Luis Gamero, descendiente de una familia española notable. René García, el heredero, rememora que en sus inicios, la propiedad fungía como una hacienda dedicada a la ganadería. Luis Gamero, un honorable ciudadano de Danlí y alcalde durante el periodo 1916-1917, transformó la finca tras una caída en la ganadería, orientándola hacia el cultivo de café orgánico con destino a los mercados de Alemania e Inglaterra.

En 1880, la propiedad fue adquirida al Estado, y durante su apogeo, alcanzaba una cosecha de alrededor de 2 mil quintales, contando con 400 cortadores de café durante la temporada. La finca aún preserva algunos manifiestos que solicitaban grandes cantidades de este grano.

A lo largo de los años, la finca ha mantenido su productividad, diversificándose en la producción de granos básicos, café, y más recientemente, incorporando la producción de miel de abeja, vino y el desarrollo del ecoturismo. La casa, con más de un siglo de antigüedad, conserva la cama donde descansaban los esposos Gamero, y alberga un pequeño museo que exhibe utensilios de cocina, herramientas y otros enseres que hacían la vida de las familias más confortable en tiempos pasados.

Turismo

La Finca Santa Emilia brinda una variedad de actividades ideales para disfrutar en familia, incluyendo a los más pequeños del hogar. Este destino cuenta con áreas de acampada, columpios, una rica diversidad de fauna y cultivos de café, banano y flores.

El principal atractivo de la finca es su impresionante cascada de aguas cristalinas de tonalidades azul turquesa, ofreciendo la oportunidad de disfrutar de refrescantes chapuzones en sus pozas o simplemente relajarse al sentir su brisa. Explorar la naturaleza y sumergirse en sus experiencias únicas se convierte en una actividad para compartir con la familia, amigos o pareja, permitiéndose desconectar del ajetreo diario de la ciudad y salir de la zona de confort.

Para los amantes de la aventura, la actividad más destacada es el senderismo, explorando extensos recorridos por las montañas y siguiendo rutas entre árboles frondosos, ofreciendo hermosos paisajes y la oportunidad de convivir con la rica fauna local, destacando los monos aulladores.

Además de acampar y practicar canopy, los visitantes pueden disfrutar de la cascada y pozas naturales con aguas cristalinas, ofreciendo momentos de relajación después de explorar a pie la extensa finca.

Al atardecer, los visitantes tienen la oportunidad de presenciar espectaculares ocasos en los paisajes panorámicos, ideales para capturar en una fotografía como recuerdo de su visita a la Finca Santa Emilia.

Mas que un paraíso natural

Finca Santa Emilia es el destino perfecto para unas vacaciones que te permitirán disfrutar no solo de la majestuosidad de las montañas, sino también de la convivencia con la producción agrícola, ya que en sus terrenos se cosechan café, bananos, flores y otros cultivos.

Ubicada en las elevaciones de Apaguiz, a aproximadamente 40 minutos del municipio de Danlí, la entrada a la finca tiene un costo de L70, haciéndola accesible para todos los bolsillos, y contar con un guía tiene un costo adicional de L200.

La belleza de Honduras se manifiesta en cada rincón, desde sus imponentes montañas que alcanzan el cielo hasta sus ríos que desembocan en las costas, sus mares que acarician las playas y sus exuberantes bosques que nos brindan aire puro. Explorar Finca Santa Emilia en el corazón de las montañas de Apaguiz añade un toque de emoción extrema a la serie turística de Danlí, ofreciendo una jornada llena de tropiezos, deslizadas y algún que otro resbalón para activar la adrenalina del momento.

A pesar de encontrarse inmersa en el montañoso Apaguiz, este destino turístico está a solo siete kilómetros de la encantadora Ciudad de las Colinas. Aquí, encontrarás un menú diverso de actividades al aire libre para disfrutar en familia o con amigos. Las opciones son variadas, desde el avistamiento de aves exóticas hasta el emocionante reto de descender por senderos sosteniéndote de cuerdas.

También puedes simplemente llegar a los manantiales de aguas cristalinas que caen en cascadas desde las rocas para darte un merecido chapuzón en la primera estación del destino. La madre naturaleza te ofrece sus placeres sin necesidad de alejarte demasiado de la hermosa Ciudad de las Colinas.

¿Y cómo recorrer el sendero?

Para seguir la ruta, los visitantes tienen la opción de unirse a paseos guiados dirigidos por el personal del centro turístico o de aventurarse en compañía de Capitán y Colita, dos canes locales que conocen a la perfección los senderos y cada rincón de la zona, incluyendo atajos que permiten avanzar con seguridad en el bosque.

Los senderos, rodeados de frondosos árboles y caminos dominados por bambú y otras especies de flora autóctona, nunca carecen de compañía, ya que, durante la travesía, los visitantes pueden escuchar la interacción de los monos aulladores que se desplazan de un árbol a otro en la zona.

En medio de la caminata, que suele durar entre 45 minutos y una hora, los excursionistas pueden recargar energías sumergiéndose en las refrescantes pozas naturales y dejándose acariciar por las aguas cristalinas y puras que descienden de las rocas para cautivar a los visitantes. Aunque la aventura es diferente y, para algunos, puede resultar arriesgada, ya que los caminantes pueden encontrarse con algunas especies de serpientes u otros animales de la fauna local.

El entorno completo constituye una reserva de 362 hectáreas con una altitud de 1,200 metros sobre el nivel del mar, presentando un encantador diseño rural que captura la atención desde el primer vistazo. El acceso al lugar tiene un costo de 70.00 lempiras por persona.

La experiencia encantadora no concluye aquí; al atardecer, los visitantes pueden regresar al mirador para capturar las mejores fotografías panorámicas y disfrutar de los paisajes bajo cielos despejados. La inmensidad del bosque permite organizar campamentos para aquellos que desean pasar una velada placentera al aire libre, con la luna y las estrellas como testigos silenciosos, acompañados de un delicioso plato típico, que seguramente se convertirá en el manjar más añorado en ese entorno rural.