Antigua Ocotepeque
Ocotepeque es el único lugar en toda Centroamérica que se encuentra entre dos fronteras, las de Guatemala y El Salvador, lo que lo convierte en el sitio ideal para ser la capital del trifinio centroamericano. Este destino cuenta con un área histórica conocida como Antigua Ocotepeque, que se encuentra en una ubicación clave para este corredor turístico.
Indice de Contenido
Introducción
El casco antiguo de Antigua Ocotepeque se encuentra en el municipio de "Nueva Ocotepeque", también conocido simplemente como Ocotepeque, que es la cabecera del departamento homónimo. Este sitio alberga una de las edificaciones religiosas más veneradas y posee una historia fascinante que narra cómo resurgió tras una gran tragedia.
La Iglesia de San Andrés, construida con una fachada que cuenta con 20 columnas, lleva el nombre del Santo Patrono, Andrés el Apóstol. Con casi 50 años de historia, ha logrado resistir dos grandes tragedias. Esta edificación fue la única que permaneció intacta después de que una creciente del río Marchala destruyera todo el pueblo.
La ciudad, que en sus inicios fue una de las más prósperas, estuvo a punto de desaparecer por completo. Sus habitantes se trasladaron a otras áreas, alejándose de las zonas cercanas a los ríos. Hoy en día, Antigua Ocotepeque sigue siendo una pequeña comunidad, cuya historia se mantiene viva a través de relatos. Los barrios originales, como San Andrés, El Bosque y Centro, siguen existiendo y se sitúan junto a la principal calle comercial. Al norte, se encuentra la iglesia, mientras que en el extremo opuesto se erige un antiguo mausoleo con detalles de estilo neoclásico.
Cada 17 de noviembre, se celebra la festividad en honor a San Andrés, su patrón. Antigua Ocotepeque ha ganado reconocimiento como destino turístico debido a su rica historia, que conserva vestigios de las diferentes etapas que han marcado su transformación, desde su auge hasta su casi total devastación.
Este poblado forma parte del departamento considerado el "más seguro de Honduras" y puede ser explorado durante un recorrido por su ciudad departamental. Gracias a su ubicación estratégica, es posible incluso visitar tres países en un solo día. Ocotepeque es conocido como la cuna de poetas y del exmandatario Ramón Villeda Morales. Sin lugar a dudas, es un destino nacional que merece ser visitado.
Historia
A pocos kilómetros de la frontera con El Salvador, cerca de la actual ciudad de Ocotepeque y en uno de los extremos del valle de Cececapa, se encuentra la "Antigua Ocotepeque", que recibió este nombre después de la tragedia causada por las avenidas de lodo y agua del río Marchala, el 7 de junio de 1934, hace 86 años.
Según el reconocido Antonio R. Vallejo en su célebre "Anuario Estadístico de 1889", describe a Ocotepeque como "ciudad cabecera del distrito de su nombre, situada en un extenso valle a las márgenes del río Lempa, a dos millas de la montaña de Cayaguanca". Vallejo continúa diciendo: "Según los documentos que hemos consultado, Ocotepeque fue fundado antes de la conquista, pues en los años 1530 y 1536, cuando llegaron a estas tierras el conquistador Pedro de Alvarado primero, y luego el adelantado Francisco de Montejo, ya Ocotepetl, como se llamaba entonces, estaba habitado, y sus pobladores hablaban la lengua náhuatl, como lo testimonian Gaspar Aeb, Pedro Chaba y Felipe Chacoan, indios de Esquipulas, así como Diego Ramírez, de 70 años, quienes firmaron como testigos en una disputa sobre tierras."
En una carta fechada el 25 de agosto de 1539, el adelantado Montejo, dirigida al rey de España, menciona: "Además de los pueblos del adelantado, me quitó uno que llaman Ocotepetl, y por otro nombre el asistente del adelantado Alvarado se lo dio a un Juan García de Lemos, vecino de Guatemala, antes de que viniera a esta gobernación, siendo gobernador de Guatemala, y la cédula que lo otorga es de guerra, con tal que lo pacifique. Ocho meses después de que se lo encomendó, el Adelantado Alvarado vino a esta tierra…"
En los alrededores de la actual Antigua Ocotepeque, siempre nos sorprendió encontrar una serie de vestigios, en diferentes estilos, con algunos de formas variadas e incluso policromados, característicos de las poblaciones mesoamericanas que alcanzaron un alto nivel de desarrollo y organización. Sin embargo, en la zona no se han realizado valoraciones arqueológicas que respalden estos hallazgos.
El 12 de abril de 1843, Ocotepeque recibió el título de Villa, y en julio de 1870, el de ciudad. Su ubicación geográfica privilegiada, que favorece el intercambio comercial con los pueblos cercanos de El Salvador, le ha traído muchos beneficios en cuanto a infraestructura.
La tragedia de 1934
En 1934, la antigua ciudad de Ocotepeque vivió una de las tragedias naturales más devastadoras de su historia. El río Marchala se desbordó tras intensas lluvias que se extendieron durante más de ocho días consecutivos. La acumulación de agua, barro, madera y piedras formó una especie de barrera natural. Cuando esta barrera cedió, el agua del río inundó la ciudad, alcanzando una profundidad de al menos dos metros. El 7 de junio de 1934, la ciudad despertó ante la desolación, y de una población de poco más de 4,000 habitantes, 486 personas perdieron la vida.
Este desastre dejó una huella imborrable en la historia de Antigua Ocotepeque. Aunque la ciudad fue reconstruida con el tiempo, la memoria de aquel trágico evento sigue viva entre los habitantes. Una de las pocas edificaciones que resistió el impacto de la tragedia fue la Iglesia de San Andrés. Esta iglesia, que cuenta con una fachada de 20 columnas y fue dedicada al Santo Patrono, Andrés el Apóstol, posee casi 500 años de existencia.
A pesar de las dificultades, la iglesia se mantuvo erguida, sirviendo de refugio para numerosos sobrevivientes. Hoy, la Iglesia de San Andrés simboliza la fortaleza y la perseverancia de la comunidad, siendo también un valioso ejemplo de arquitectura colonial.
A lo largo del siglo XX, las tragedias dejaron huellas imborrables en nuestro país, especialmente debido a los fenómenos naturales que irrumpieron en la vida nacional con graves consecuencias. Entre los recuerdos más dolorosos se encuentran las lluvias que destruyeron el puente Mallol en Tegucigalpa al inicio del siglo, la tragedia del río Marchala en Ocotepeque en 1934, las inundaciones de 1954 en la costa norte, el huracán Fifi en Choloma en 1974, y el huracán Mitch en Tegucigalpa y Morolica, Choluteca, en 1998.
A estas tragedias se suman varias tormentas tropicales que han golpeado la costa atlántica, afectando a numerosas comunidades. En algunos casos, estos fenómenos han llegado a modificar el relieve de la zona, lo que incluso podría justificar la actualización de ciertos mapas, especialmente en las áreas donde desembocan los ríos más caudalosos del país.