Antes de la Conquista Española
Las primeras evidencias de ocupación humana en Honduras se remontan a alrededor del 8000 a.C., tanto en la región central, como se observa en el sitio arqueológico de El Gigante cerca de La Esperanza, como en áreas más al sur. Cazadores y recolectores nómadas dejaron huellas en la lava, como en Guaimaca, y en las mesetas volcánicas de la zona central y tierras elevadas del suroeste, específicamente en la meseta de La Esperanza Intibucá.
Los Hallazgos como restos de petates, tiras de cuero, madera trabajada, tela burdamente tejida, cordeles, bolsas hechas con intestinos de animales y objetos de piedra y hueso evidencian una temprana ocupación.
Antes de la llegada de los conquistadores españoles, Honduras albergaba una mezcla de pueblos indígenas con diversas culturas, lenguajes y costumbres. Destacaban los mayas, relacionados con los de Yucatán y Guatemala, que se extendieron por el valle del Río Motagua, concentrándose en el centro ceremonial de Copán. Los mayas desarrollaron esta ciudad durante tres siglos y medio, convirtiéndola en un destacado centro cultural entre 250 a.C. y 1200 d.C.
En la parte noroccidental, otros pueblos como los náhuatl en el valle de Naco y Trujillo, los chortis en Cortés, Copán y Ocotepeque, y los lencas que ocupaban varios departamentos, eran prominentes. Los lencas, abarcando Santa Bárbara, Lempira, Intibucá, La Paz, Comayagua, Francisco Morazán, Valle y parte de lo que hoy es El Salvador, eran el grupo étnico más numeroso.
El resto del territorio hondureño estaba habitado por pueblos del sur del continente, caracterizados por relaciones de producción comunal primitivas. Xicaques, pechs, tawahkas y misquitos formaban la mayoría de la población. Grupos étnicos como los garífunas y los negros de habla inglesa se establecieron a lo largo de la zona costera del litoral Caribe después de la segunda mitad del siglo XVIII, influyendo significativamente en el país.