José Francisco Morazán Quezada (biografía)
José Francisco Morazán Quesada vio la luz por primera vez en Tegucigalpa el 3 de octubre de 1792 y concluyó su existencia en San José de Costa Rica el 15 de septiembre de 1842. Fue un destacado militar y político hondureño que ejerció el liderazgo en la República Federal Centroamericana durante el convulso periodo comprendido entre 1830 y 1839.
Su renombre se consolidó tras su triunfo en la Batalla de La Trinidad el 11 de noviembre de 1827. A partir de ese momento y hasta su derrota en Guatemala en 1840, Morazán mantuvo un control preeminente en los ámbitos político y militar de Centroamérica.
Indice de Contenido
Introducción
En el ámbito político, Francisco Morazán recibió el reconocimiento de los miembros de su partido como un destacado pensador y visionario. Según los escritores liberales Federico Hernández de León, Lorenzo Montúfar y Ramón Rosa, Morazán aspiraba a transformar Centroamérica en una nación grande y progresista. En contraste, los escritores conservadores como Manuel Coronado Aguilar lo acusan de intentar imponerse por la fuerza por motivos personales. Por otro lado, los escritores socialistas, representados por Severo Martínez Peláez, sugieren que los liberales liderados por Morazán eran criollos hacendados que habían sido explotados durante la colonia y buscaban tomar el control de la región.
Durante su mandato como líder de la República Federal, Morazán implementó reformas liberales destinadas a restar poder a los principales miembros del partido conservador, especialmente los criollos en la Nueva Guatemala de la Asunción y las órdenes regulares de la Iglesia Católica. Estas reformas abarcaban áreas como la educación, la libertad de prensa y religión. Además, limitó el poder del clero secular con la abolición del diezmo por parte del gobierno y la separación del Estado y la Iglesia.
Estas medidas reformistas generaron poderosos enemigos para Morazán, y su gobierno se vio marcado por intensas luchas internas entre liberales y conservadores. A pesar de ello, gracias a su habilidad militar, Morazán logró mantenerse en el poder hasta 1837, cuando la República Federal se fracturó de manera irreversible. Esta división fue aprovechada por las órdenes regulares de la Iglesia y los líderes conservadores guatemaltecos, quienes se unieron bajo el liderazgo del general Rafael Carrera. Su objetivo era evitar que los criollos liberales les arrebataran sus privilegios, resultando en la división de Centroamérica en cinco estados.
Primeros años y educación
José Francisco Morazán Quesada vio la luz el 3 de octubre de 1792 en Tegucigalpa, entonces perteneciente al partido de la Intendencia de Comayagua, en la Capitanía General de Guatemala, durante los últimos años del dominio español. Sus progenitores, José Eusebio Morazán Alemán y Guadalupe Quesada Borjas, pertenecían a una familia criolla de alta alcurnia dedicada al comercio y la agricultura. Los abuelos de Morazán fueron Juan Bautista Morazán, un emigrante corso, y María Gertrudis Alemán. A los trece días de su nacimiento, Morazán fue bautizado en la iglesia de San Miguel Arcángel por el padre Juan Francisco Márquez. A lo largo de su vida, Morazán se autodidacta en su mayoría.
En 1804, aprovechando la apertura de una escuela católica en el pueblo de San Francisco, sus padres lo enviaron a estudiar, aunque se desconoce la duración de su estancia en ese lugar. Según el historiador e intelectual hondureño Ramón Rosa, Morazán tuvo que aprender sus primeras letras y conceptos básicos en escuelas privadas mal organizadas. Sus enseñanzas fueron proporcionadas por Fray Santiago Gabrielino, nombrado instructor religioso por el sacerdote José Antonio Murga.
En 1808, la familia Morazán se trasladó a Morocelí, El Paraíso, donde José Francisco trabajó en los terrenos heredados por su padre y también como empleado de la alcaldía. En 1813, la familia regresó a Tegucigalpa, y allí, el Sr. Eusebio colocó a su hijo bajo la tutela de León Vásquez, quien le enseñó derecho civil, proceso penal y notariado.
Simultáneamente, Morazán aprendió a leer francés en la biblioteca de su tío político, Dionisio de Herrera, lo que le permitió familiarizarse con las obras de Montesquieu, el contrato social de Jean-Jacques Rousseau, la Revolución francesa y la historia europea, así como las biografías de los líderes griegos y romanos. Su dedicación y espíritu de superación lo llevaron a destacarse ocasionalmente en su ciudad natal, representando los intereses de algunas personas ante el tribunal colonial.
El 7 de agosto de 1820, Morazán se desempeñó como secretario del ayuntamiento Mayor de Tegucigalpa, bajo la dirección de Narciso Mallol. Un año después, asumió el cargo de secretario del ayuntamiento y posteriormente ejerció como defensor de oficio en procesos civiles y criminales.
Matrimonio y familia
Francisco Morazán contrajo matrimonio con María Francisca Úrsula Josefa Lastiri Lozano en la Catedral de Comayagua el 30 de diciembre de 1825. De esta unión nació Adela Morazán Lastiri en 1838, quien sería la única hija de Morazán. María Josefa pertenecía a una de las familias más acaudaladas de la provincia de Honduras. Su padre, Juan Miguel Lastiri, fue un destacado comerciante español que desempeñó un papel fundamental en el desarrollo comercial de Tegucigalpa.
Su madre, Margarita Lozano, provenía de una influyente familia criolla en la ciudad. María Josefa, viuda de su primer matrimonio con el terrateniente Esteban Travieso, con quien tuvo 4 hijos, heredó una considerable fortuna. La riqueza de María Josefa y la conexión con un nuevo círculo de amigos poderosos e influyentes, resultado de su unión con Morazán, contribuyeron significativamente al fortalecimiento de los negocios y proyectos políticos del propio Morazán.
Fuera de su matrimonio con María Josefa, Francisco Morazán tuvo un hijo, Francisco Morazán Moncada, nacido el 4 de octubre de 1827 de la relación con Francisca de Moncada, hija de Liberato Moncada, un conocido político nicaragüense. Francisco Morazán hijo vivió en la residencia de la pareja Morazán-Lastiri y acompañó a su padre en diversas travesías por Guatemala, El Salvador, Panamá, Perú y, finalmente, en Costa Rica.
Tras la muerte de su padre, Francisco Morazán Moncada se estableció en Chinandega (Nicaragua), dedicándose a la agricultura y falleciendo en 1904 a la edad de 77 años. Además, el general Morazán adoptó a un hijo llamado José Antonio Ruiz, hijo legítimo de Eusebio Ruiz y Rita Zelayandía, una dama guatemalteca. Rita entregó a su hijo al general Morazán cuando tenía apenas 14 años. José Antonio acompañó a su padre adoptivo en diversas acciones militares y se convirtió en general de brigada, falleciendo en Tegucigalpa en 1883.
Inicios de su carrera política y militar
La independencia de la Capitanía General de Guatemala de España se materializó en 1821. En este contexto, Francisco Morazán dio inicio a su participación activa en la política. Desempeñó funciones en el ayuntamiento de Tegucigalpa, fungiendo como secretario del alcalde Narciso Mallol y como defensor de oficio en casos judiciales civiles y criminales. Este período le brindó a Morazán una profunda comprensión de la estructura y operación de la administración pública provincial, así como un contacto directo con los desafíos de la sociedad colonial.
El 28 de noviembre de 1821, llegó a Guatemala una nota del general Agustín de Iturbide proponiendo la formación de un gran imperio que incluyera el Reino de Guatemala y el Virreinato de México, según el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba. La Junta Provisional Consultiva decidió que esta sugerencia no era una orden inmediata, sino una opción que requería explorar la voluntad del pueblo de Centroamérica. Se llevaron a cabo cabildos abiertos en diversas regiones para recoger la opinión popular y decidir la forma de gobierno en el congreso de 1822.
La cuestión de la anexión a México generó divisiones dentro de las provincias, con algunas ciudades a favor y otras en contra. En Honduras, Comayagua respaldó la anexión, mientras que Tegucigalpa se opuso. Esto llevó a acciones represivas por parte de Comayagua, provocando la formación de un ejército de voluntarios en Tegucigalpa para defender su independencia. En este contexto, Francisco Morazán se enlistó como voluntario y fue designado capitán de una de las compañías, marcando así el inicio de su carrera militar y su oposición a los intereses conservadores.
Sin embargo, Tegucigalpa no pudo mantener su resistencia y se vio obligada a reconocer su anexión a México el 22 de agosto de 1822. Esta anexión fue efímera, ya que Iturbide abdicó el 19 de marzo de 1823, y el 1 de julio del mismo año, Centroamérica proclamó su independencia definitiva, convirtiéndose en las Provincias Unidas del Centro de América. Posteriormente, el 25 de septiembre de 1824, Francisco Morazán fue nombrado secretario general del gobierno de su tío político, Dionisio Herrera, el primer jefe de Estado de Honduras. Además, Morazán firmó la primera constitución del país el 6 de abril de 1826, tras ser designado presidente del Consejo Representativo.
Jefe de Estado provisional de Honduras
En octubre de 1827, Francisco Morazán avanzó con sus tropas hacia el sur de Honduras, llegando a Choluteca. La presencia de Morazán fue detectada por Justo Milla, quien, al percatarse de la situación, movilizó rápidamente sus fuerzas hacia Tegucigalpa, donde estableció su cuartel general. Simultáneamente, Morazán se dirigió a Sabanagrande. El 11 de noviembre, a las 9 de la mañana, se desató la memorable Batalla de La Trinidad, enfrentando a Morazán y sus hombres contra el ejército comandado por el coronel Justo Milla. Tras cinco horas de intensos combates, las tropas federales de Milla fueron derrotadas por las fuerzas de Morazán. Milla y algunos de sus oficiales lograron sobrevivir, huyendo del campo de batalla.
Tras esta victoria, Morazán se encaminó hacia Comayagua, donde hizo su entrada triunfal el 26 de noviembre. Al día siguiente, convocó al Consejo Representativo, que lo designó jefe de Estado de manera provisional y nombró a Diego Vigil como subjefe. Después, Morazán envió columnas de pacificación a la costa norte y a los pueblos fronterizos, logrando sofocar un levantamiento en Opoteca. El 28 de junio de 1828, depositó la jefatura del Estado en manos de Vigil para participar en la guerra civil centroamericana.
Presidencia de la Federación
En la elección presidencial de 1830, Francisco Morazán obtuvo el respaldo popular y derrotó a su oponente moderado, José Cecilio del Valle. Así, el 16 de septiembre de ese año, Morazán asumió la presidencia. Con él en el cargo y apoyando a los gobernadores, los liberales consolidaron su poder en Centroamérica. Desde esta posición, Morazán y sus aliados se encontraban en una posición estratégica para llevar a cabo reformas inspiradas en la filosofía ilustrada, buscando desmantelar instituciones consideradas arcaicas heredadas de la época colonial, las cuales, según Morazán, habían contribuido al atraso en la región.
Durante su gobierno, Morazán y el gobernador Mariano Gálvez transformaron a Guatemala en un laboratorio político en 1831. Se llevaron a cabo diversas acciones, como la construcción de escuelas y carreteras, la implementación de políticas de libre comercio, la atracción de capital extranjero e inmigrantes, y la promulgación de medidas como el matrimonio, divorcio secular y libertad de expresión. Se permitió la expansión de la cochinilla y se llevaron a cabo acciones significativas, como la separación de la Iglesia del Estado, la abolición de los diezmos, la proclamación de la libertad de religión y la confiscación de bienes eclesiásticos. Además, se retiró a la Iglesia católica el control que tenía sobre la educación, entre otras políticas.
Estas medidas revolucionarias llevaron a que Morazán fuera considerado, según el escritor Adalberto Santana, el primer mandatario de América Latina en aplicar un pensamiento liberal a su gestión. Este enfoque afectó fuertemente a los criollos de la Ciudad de Guatemala y, lo más significativo, debilitó el poder del clero regular, despojándolos de sus privilegios.
Morazán también tomó medidas drásticas contra el liderazgo religioso, incluyendo la expulsión del Arzobispo Ramón Casaus y Torres, así como de 289 frailes, miembros de varias órdenes, bajo sospecha de oponerse a la independencia. Durante la guerra civil, los líderes religiosos habían utilizado su influencia en contra de Morazán y del partido liberal, oponiéndose especialmente a las reformas educativas.
En marzo de 1832, un conflicto estalló en El Salvador, liderado por José María Cornejo, quien se rebeló contra algunos decretos federales. Morazán asumió el rol de comandante en jefe y lideró las tropas federales que derrotaron al ejército de Cornejo el 14 de marzo de 1832. Después de ocupar San Salvador el 28 de marzo, comenzaron a circular rumores sobre la necesidad de reformar la Constitución.
Jefe de Estado de El Salvador
Después de completar su segundo mandato como presidente de la República Federal, Francisco Morazán quedó sin poder político o militar. No obstante, el 13 de julio de 1839, fue elegido jefe de Estado de El Salvador. Cuando Rafael Carrera y los conservadores guatemaltecos se dieron cuenta de este nuevo papel, decidieron declarar la guerra a El Salvador. Morazán se había convertido en la personificación de la Federación, siendo el símbolo mismo de la Constitución de 1824, y eliminarlo significaba poner fin a cualquier idea o esperanza que quedara de la Federación.
Por esta razón, sus enemigos no querían que liderara esa nación ni ninguna otra del istmo, y se comprometieron a derrotarlo. El 24 de julio de 1839, Nicaragua y Guatemala firmaron un tratado de alianza contra el gobierno de Morazán en El Salvador. Posteriormente, el 24 de agosto del mismo año, Rafael Carrera llamó a los salvadoreños a la insurrección popular contra su presidente. A pesar de algunos levantamientos, estos fueron aplastados por el gobierno sin gran esfuerzo.
Ante la falta de éxito internamente, los enemigos de Morazán formaron un ejército con tropas hondureñas y nicaragüenses. El 18 de septiembre de 1839, Morazán estaba en El Salvador para frenar el avance de las fuerzas lideradas por Francisco Ferrera. Sin embargo, ocurrió un amotinamiento en San Salvador, controlado por Pedro León Velásquez. Los amotinados amenazaron con ultimar a la familia de Morazán si no capitulaba, pero él respondió que los rehenes eran sagrados para él y que atacaría pasando sobre los cadáveres de sus hijos. A pesar de la resistencia interna, Morazán logró retomar San Salvador, y León Velásquez se entregó sin condiciones, siendo perdonado por Morazán.
El 25 de septiembre, Morazán triunfó en la Batalla de San Pedro Perulapán, donde con 600 salvadoreños venció a más de 2000 hombres liderados por los generales Francisco Ferrera, Nicolás de Espinosa y Manuel Quijano y García. Después de esta derrota, los generales humillados y sus tropas huyeron a estados vecinos, dejando más de trescientos muertos.
El 18 de marzo de 1840, Morazán hizo un último intento por restaurar la Unión. Reunió unos 1300 hombres y marchó hacia Guatemala. Al posicionarse, atacó a los hombres de Carrera en la capital, pero Carrera le había tendido una trampa. Atrapado en una emboscada, Morazán y sus hombres fueron atacados desde todas las direcciones por las fuerzas de Carrera, compuestas por alrededor de 5000 hombres. La batalla fue notoria por su violencia y reveló el lado despiadado de Carrera. A la mañana siguiente, Morazán, quedándose sin municiones, logró escapar con algunos de sus oficiales rumbo a El Salvador. La victoria de Carrera fue decisiva.
El 4 de abril de 1840, ante una junta de notables, Morazán anunció su renuncia y su decisión de abandonar el país, ya que no deseaba causar más problemas al pueblo salvadoreño.
Exilio a Perú
El 8 de abril de 1840, Francisco Morazán tomó el camino del exilio, partiendo desde el puerto de La Libertad, El Salvador, a bordo de la goleta Izalco, acompañado por 30 de sus amigos y veteranos de guerra más cercanos. Al llegar a Puerto Caldera, Costa Rica, solicitó asilo para 23 de sus oficiales, el cual le fue concedido. Siete de ellos continuaron el viaje a América del Sur en su compañía. Morazán llegó a Chiriquí y pasó luego a David, Panamá, donde su familia lo esperaba.
Mientras se encontraba en David, Morazán se enteró de las terribles persecuciones sufridas por sus partidarios a manos de Rafael Carrera y otros líderes liberales de América Central. Indignado por estos hechos y por los insultos y calumnias en su contra por parte de algunos miembros de la prensa, Morazán redactó y publicó su famoso Manifiesto de David con fecha 16 de julio de 1841. En este manifiesto, atacó a los serviles, a quienes acusó de ser "hombres mezquinos" y abusadores de los derechos del pueblo. También recordó que se opusieron a la independencia de Centroamérica y se unieron al imperio de Iturbide, sacrificando la libertad. Morazán les hizo saber que Centroamérica no era su patria, sino la patria de aquellos que lucharon por la independencia.
Aunque Morazán quería mantenerse alejado de los asuntos políticos de Centroamérica y continuar su viaje hacia Perú, las circunstancias lo llevaron de regreso. El gobierno de Braulio Carrillo en Costa Rica, con restricciones a las libertades individuales y cambios en la constitución que fueron interpretados como una presidencia vitalicia, motivó a Morazán a involucrarse nuevamente en la política regional.
Morazán recibió la invitación de comandar una división peruana en la guerra con Chile, pero se negó al considerar la situación confusa. Finalmente, con el respaldo financiero del general Pedro Bermúdez, Morazán decidió regresar a Centroamérica, considerándolo un "deber" y un "sentimiento nacional irresistible". Partió desde El Callao a finales de diciembre de 1841 a bordo del buque El Cruzador, acompañado por el general José Trinidad Cabañas, José Miguel Saravia y otros cinco oficiales. Hicieron paradas en Guayaquil, Ecuador, y Chiriquí, Panamá, donde se reunió con su familia antes de regresar a América Central.
Jefe Supremo de Costa Rica
Después de ser derrotado por el general Carrera y abandonar El Salvador, Francisco Morazán se refugió en la población panameña de David (Chiriquí), que en esa época era parte de Colombia. Desde allí, Morazán, influido por los enemigos de Braulio Carrillo, concibió la idea de invadir Costa Rica. Aunque la oposición a Carrillo era minoritaria, Morazán vio en Costa Rica una oportunidad para sus propósitos expansionistas en Centroamérica y para obtener apoyo extranjero en su lucha contra Carrera.
El 7 de abril de 1842, la flota de Morazán, compuesta por cinco buques, desembarcó en el puerto de Caldera, Costa Rica. Su marcha no comenzó hasta el 9 del mismo mes. Carrillo, gobernador de Costa Rica, dictó un decreto para reunir todo el ejército y defender el Estado contra el "enemigo extranjero". Vicente Villaseñor, un salvadoreño a cargo de una parte del ejército costarricense, traicionó a Carrillo y se reunió con Morazán. Ambos firmaron el Pacto de El Jocote, que contemplaba la integración de un solo cuerpo militar, la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, la expulsión de Carrillo y otros miembros de su administración, y la instalación de un gobierno provisional bajo el mando de Morazán.
El 13 de abril de 1842, las fuerzas de Morazán entraron en la ciudad de San José, y Carrillo inició su destierro hacia El Salvador. Morazán abrió las puertas del Estado a refugiados políticos y derogó algunas leyes emitidas durante la administración de Carrillo. Convocó a una Asamblea Constituyente que lo nombró jefe supremo del Estado de Costa Rica.
Aunque al principio Morazán contaba con apoyo en Costa Rica, pronto perdió gran parte de ese respaldo. Su presencia en Costa Rica generó temor en el resto de los estados centroamericanos, que se organizaron en la "Confederación de Guatemala" para hacer causa común en caso de un ataque a la independencia de cualquier estado. Además, Morazán comunicó su intención de rehacer la Unión Centroamericana por la fuerza de las armas.
Muerte
El 11 de septiembre de 1842, estalló un movimiento popular en Alajuela contra el gobierno de Morazán, liderado por Antonio Pinto Soares y aproximadamente mil insurrectos. Morazán y sus hombres lograron repeler los ataques y se replegaron en el cuartel general, donde se enfrentaron a la insurrección.
La lucha fue encarnizada y tenaz, y tras 88 horas de combate, Morazán y sus colaboradores más cercanos decidieron romper el sitio. El general José Trinidad Cabañas lideró la retirada hacia Cartago. Sin embargo, la insurrección se extendió hasta ese lugar, y Morazán tuvo que solicitar ayuda a Pedro Mayorga, quien lo traicionó y facilitó a los enemigos de Morazán su captura, junto a los generales Vicente Villaseñor y Saravia, entre otros.
Después de ser capturado, Morazán y Villaseñor fueron condenados a muerte por las nuevas autoridades autoconstituidas. Fueron trasladados al paredón de fusilamiento en la plaza central de la ciudad. Morazán, antes de su ejecución, dictó su testamento a su hijo Francisco, en el que expresó que su muerte era un "asesinato" y perdonó a sus asesinos. Al ser llevado al paredón, rechazó la silla ofrecida y se persignó, diciendo a Villaseñor: "Querido amigo, la posteridad nos hará justicia". Luego, Morazán asumió el mando de la escolta y, con voz firme, dio las órdenes de disparo. La última sílaba de su orden fue apagada por una descarga cerrada. Villaseñor resultó gravemente herido, y Morazán, tras recibir la segunda descarga, murmuró: "Aún estoy vivo" antes de fallecer.
En octubre de 1842, satisfechos de la desaparición de Morazán, los gobiernos de Centroamérica reanudaron sus relaciones con Costa Rica. En 1848, el gobierno de José María Castro cumplió uno de los últimos deseos de Morazán al enviar sus restos a El Salvador.
Legado
Francisco Morazán dejó un legado duradero como mártir y símbolo de la República de Centroamérica. A pesar de su sacrificio sin éxito por preservar la unión de los países centroamericanos, su muerte contribuyó de alguna manera a que cada una de estas naciones se convirtiera en países independientes.
Su figura se ha inmortalizado en diversos elementos culturales y políticos. Su imagen aparece en billetes, logotipos, sellos postales, instituciones, ciudades, departamentos, escuelas y parques, entre otros, que buscan preservar su legado. El Salvador fue uno de los primeros países en rendir homenaje a Morazán, erigiendo monumentos y cambiando el nombre de lugares en su memoria. Honduras cambió el nombre de un departamento en su honor en 1943, y Guatemala hizo lo propio con una ciudad en 1887. Nicaragua fundó Puerto Morazán en 1945.
En el ámbito político, la idea de integración centroamericana aún persiste en la mente de muchos. El Parlamento Centroamericano (Parlacen) representa una versión moderna de la histórica República Federal de Centroamérica, aunque sin incluir a Costa Rica, pero sumando a Panamá y la República Dominicana.
El legado de Morazán también se ha plasmado en las artes, desde obras literarias y teatrales hasta poemas como el de Pablo Neruda en su libro "Canto general". Estatuas y bustos de Francisco Morazán se pueden encontrar en varios países, incluidos Chile, Panamá, El Salvador, Estados Unidos, España, Honduras, Costa Rica y Nicaragua, demostrando la resonancia de su figura en la historia y cultura de la región.