Parque La Concordia, belleza cultural de Honduras
En 1883, en el extremo noroccidental de Tegucigalpa, se construyó inicialmente el jardín conocido como "Parque Bográn". Este espacio fue creado durante la presidencia del general Luis Bográn Barahona con el propósito de proporcionar recreación a los habitantes de la ciudad.
Indice de Contenido
Introducción
La extensa parcela ubicada cerca de la ribera oriental del Río Grande en el Barrio Abajo fue resguardada por un muro bajo con el fin de prevenir el ingreso del ganado que deambulaba por la zona. Se instaló un quiosco destinado a los conciertos dominicales, se plantaron en los parterres plantas ornamentales importadas de El Piligüín y Santa Lucía, y se dispusieron bancos de hierro y madera bajo la sombra de los frondosos árboles que aún perduran en el lugar.
En 1935, durante la administración del general Tiburcio Carías Andino, el "Parque Bográn" sufrió una transformación radical. En este período, se contrataron los servicios del arquitecto y escultor mexicano Augusto Morales Sánchez con el propósito de convertir el parque en un jardín maya.
La visión era crear un espacio donde los visitantes pudieran admirar réplicas de estelas, templos y figuras representativas de la civilización precolombina que ejerció su influencia en Copán. Con esta intervención, el paisaje del antiguo parque experimentó una metamorfosis hacia una representación vívida de la riqueza cultural de la época maya.
Un nuevo comienzo
Los trabajos de transformación comenzaron en octubre de 1935 y concluyeron en marzo de 1939, coincidiendo con la celebración del cumpleaños del presidente de la República, día en que se inauguró oficialmente. La denominación "La Concordia" surgió a partir de la sugerencia del poeta y escritor Carlos Izaguirre. En un artículo publicado en "La Epoca," Izaguirre destacó la atmósfera pacífica que prevalecía, aludiendo a la ausencia de conflictos fratricidas, y propuso que el nuevo jardín debería llamarse Concordia Nacional. Esta sugerencia fue adoptada por J. Tomás Quiñónez Aceituno, quien, como presidente del Concejo del Distrito Central, tenía la responsabilidad de la construcción y mantenimiento de las plazas en la ciudad capital. El nombre fue simplificado a La Concordia.
El jardín maya, concebido como una representación de la grandeza de la raza mestiza que surgió de la unión con los conquistadores españoles, se erigió como un tributo a la civilización precolombina de Copán. Los monumentos esculpidos en la piedra tegucigalpense capturaron la majestuosidad de esta cultura perdida, gracias al arte de Morales y Sánchez, quien enseñó a los hondureños a esculpir las características de las deidades mayas y a recrear a escala los antiguos templos.
La tarea de Augusto Morales Sánchez se basó en un profundo conocimiento de las Ruinas de Copán, encomendándose la supervisión arqueológica a Luis J. Joest. Durante los cuatro años de trabajo, el equipo de Morales y Sánchez, que incluía a Cécil Underwood, Rodolfo Rodríguez, Carlos Bequer, Guillermo Alvarado, Valentín Araujo, y maestros albañiles como Manuel Coello, contribuyó a dar vida a las esculturas y monumentos. La belleza del jardín también se complementó con el trabajo de los jardineros Carlos Humberto San Martín, José López y Juan Coello, quienes decoraron con plantas y flores las glorietas, senderos y estanques.
En la inauguración el 15 de marzo de 1939, pronunciaron discursos Luis J. Joest, Augusto Morales, Alejandro Alfaro Arriaga en representación del gobierno municipal, y Marcos Carías Reyes en representación del gobierno de la República. El evento fue transmitido por la emisora HRN, con los locutores estrellas Manuel Bonilla, Nicolás Odeh y Humberto Villela Vidal. Desde esa fecha hasta su destrucción por el huracán Mitch en 1998, "La Concordia" se convirtió en uno de los destinos más visitados en la capital de Honduras, un atractivo que perduró a lo largo de generaciones.
Trágicamente, en octubre de 1998, el huracán Mitch causó estragos en La Concordia. La fuerza del río, desencadenada por la tormenta, dañó la obra maestra de Augusto Morales y Sánchez, dejando el jardín sumido en el lodo, troncos de árboles arrastrados por las aguas, piedras y basura. La reconstrucción de este tesoro arquitectónico ha sido un desafío considerable, con estimaciones de costos millonarios que las autoridades municipales aún no han logrado afrontar. La ciudad perdió así una joya que había sido testigo de la infancia, juventud y vejez de varias generaciones, donde las palomas de castilla eran alimentadas con maicillo y migajas de pan en la glorieta de la estela "C".
Distribución arqueológica
La Pirámide de los Kukulcanes, el templo de los últimos dioses, se erigió en el lugar que antes ocupaba el antiguo quiosco en la entrada principal del Parque Bográn. En el centro de la glorieta, se ubicó la réplica de la estela "C" de Copán, posiblemente el monumento más querido por Morales y Sánchez, ya que sus manos la esculpieron con meticulosidad.
A los pies de la estela, una enorme tortuga simbolizaba la piedra de los sacrificios, rodeando el lugar con figuras inspiradas en uno de los templos de Copán. En otro rincón, entre palmeras y bugambilias, la réplica del Altar "Q" se mantenía fiel a la original, con las figuras de los últimos monarcas de Copán, incluyendo a Ocho Conejo. Las bancas de piedra tallada se convertían en el lugar predilecto de los visitantes dominicales, quienes descansaban después del recorrido para disfrutar de enchiladas y otras delicias adquiridas en los establecimientos de los Flores Theresín y las pulperías cercanas al parque.
La Pérgola del Dios Creador y la Pérgola de los Murciélagos ofrecían refugio y paz a los visitantes. En la primera, después de explorar el sendero del amor, las parejas de enamorados se sentaban a disfrutar de conversaciones llenas de sentimientos puros, intercalando apasionados besos cuando no había miradas curiosas.
Los estanques, poblados por patos, alcaravanes, un majestuoso marabú blanco y otras aves acuáticas, añadían encanto, especialmente al cruzar el Puente de los Ensueños, desde donde se observaba el nado de tortugas, peces de colores y pequeños lagartos. Nada escapaba al arte maya, desde la base de los faroles hasta los recipientes para la basura, todos tallados en piedra con motivos inspirados en la cultura maya.
Remodelaciones
La Alcaldía Municipal del Distrito Central y la Cooperación Española han inaugurado la nueva área recreativa del Parque La Concordia, ubicado en el centro histórico de Tegucigalpa.
La expansión del parque incluye la construcción de dos canchas de usos múltiples, baños, pérgolas, una caseta de vigilancia y un amplio estacionamiento con capacidad para más de 20 vehículos. Esta zona, anteriormente abandonada y convertida en un vertedero de basura, ha sido transformada en un espacio público para la convivencia, la cultura y libre de violencia.
La inversión total para estas obras fue de aproximadamente 5.1 millones de lempiras, con una contribución de 1.4 millones de lempiras por parte de la Alcaldía Municipal del Distrito Central (AMDC) y 3.7 millones de lempiras aportados por la Cooperación Española, en el marco del proyecto "Fomentar entornos urbanos en convivencia, seguridad y prevención de violencia en el centro histórico de Tegucigalpa".
A través de este proyecto, la AMDC y la Cooperación Española, mediante la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), han trabajado en diversas iniciativas para la rehabilitación de espacios públicos en el Centro Histórico de Tegucigalpa, con el objetivo de ponerlos en valor para el servicio de la ciudadanía y generar espacios seguros y de convivencia.
Es relevante destacar la participación activa de la ciudadanía en la ejecución de las obras, mediante actividades y talleres que permitieron compartir los objetivos del proyecto.
El Parque La Concordia, con su valioso valor arquitectónico y paisajístico, se distingue por su decoración basada en réplicas de elementos y edificios de la arquitectura Maya. Después del daño sufrido por el huracán Mitch en octubre de 1998 y décadas de abandono, este espacio público vuelve a ser un lugar de esparcimiento que contribuirá a revitalizar la economía local.
La Cooperación Española demuestra su compromiso con el desarrollo sostenible de Honduras mediante la ejecución de proyectos desde el ámbito municipal y local, involucrando a actores locales en la dirección de sus propios procesos de desarrollo.