Crisis del Imperio Español y la Independencia
La independencia de Honduras estuvo estrechamente vinculada a los acontecimientos que tenían lugar en las demás provincias de Centroamérica, especialmente a los sucesos en España y México. A lo largo del siglo XIX, la influencia española experimentó un declive notable.
A pesar de la alianza entre España y Francia durante las guerras napoleónicas, en 1808 Napoleón Bonaparte forzó la abdicación del trono español. En su lugar, colocó a José I Bonaparte como monarca. La resistencia de los españoles contra la ocupación llevó a la convocatoria de una asamblea nacional constituyente en 1812, que resultó en la promulgación de la Constitución de Cádiz.
El levantamiento de Riego en España en 1820, y la restauración consecuente de la constitución liberal de Cádiz de 1812, que limitaba el poder absoluto de Fernando VII, provocaron una reconsideración en América sobre la conveniencia de mantener la conexión con la metrópoli o declarar la emancipación, liderada por la élite criolla.
La proclamación de la independencia en Centroamérica se aceleró gracias al Plan de Iguala, proclamado en México por Agustín de Iturbide. El 15 de septiembre de 1821, las influyentes familias criollas de la ciudad de Guatemala y las autoridades españolas residentes decidieron unilateralmente proclamar la emancipación. Se encomendó a José Cecilio del Valle, un abogado y funcionario colonial hondureño, redactar el acta de independencia. Bajo la presidencia del capitán general Gabino Gainza, se estableció un gobierno provisional, reflejando así la continuidad en el proceso.
La anexión a México
La independencia de Centroamérica fue efímera, ya que el 28 de noviembre de 1821, Agustín de Iturbide propuso a Gabino Gaínza la anexión a México. Su argumento se centraba en la supuesta falta de elementos necesarios para garantizar la autonomía de Centroamérica, librarse de amenazas extranjeras y constituirse como una nación independiente. Iturbide abogaba por la formación de un extenso imperio con México, basándose en el Plan de Iguala y los tratados de Córdoba.
Para presionar la anexión, Iturbide anunció el envío de tropas mexicanas a Centroamérica, generando la formación de dos alianzas: los anexionistas, mayormente compuestos por familias ilustres y miembros del partido conservador, y los independentistas, conformados por los liberales. En Honduras, la división era evidente entre Comayagua, a favor de la anexión, y Tegucigalpa, a favor de la independencia.
Al recibir el comunicado de Iturbide, Gabino Gaínza convocó a la Junta Consultiva, donde se acordó imprimir una circular para recabar rápidamente el voto de los pueblos sobre la anexión. El 5 de enero, en otra reunión de la Junta Consultiva, se realizó el escrutinio de votos, revelando la falta del voto de 68 ayuntamientos. Sin claridad en las declaraciones recibidas, que variaban entre aceptar la anexión, dejar que el Congreso decidiera, aceptarla bajo condiciones o aceptar la decisión de la Junta Consultiva, se desató un debate.
A pesar de los esfuerzos de José Cecilio del Valle, quien argumentó que Centroamérica, a pesar de los desafíos, era una nación con recursos y potencial humano, la mayoría de la Junta Consultiva liderada por Gabino Gaínza, influida por los conservadores, determinó que la región no tenía los elementos suficientes para constituirse como nación independiente. Concluyeron que la unión al imperio de Iturbide sería beneficiosa para gozar de paz y libertad. Así, declararon la anexión del antiguo Reino de Guatemala a México. Sin embargo, esta anexión fue efímera debido al surgimiento de ideas republicanas en México, que llevaron a la abdicación de Iturbide en marzo de 1823.
José Cecilio del Valle, como diputado al Congreso mexicano representando a Tegucigalpa y Chiquimula, argumentó la ilegalidad de la anexión de Centroamérica a México. El 1 de julio de 1823, el Congreso mexicano declaró la libertad de Centroamérica para constituirse como un estado independiente.