Cuento, concepto y orígenes del cuento

El cuento, ya sea de forma oral o escrita, es una narración breve de un acontecimiento imaginario o real. Normalmente se presenta con pocos personajes que se involucran en una única acción, centrada en un único tema, con el objetivo de provocar una respuesta emocional específica en el lector. En cambio, la novela tiene un número mayor de personajes, con mayor desarrollo a través de varias tramas interconectadas, lo que genera múltiples respuestas emocionales.

 

Introducción

Es complicado establecer con precisión la evolución histórica del cuento, ya que difiere de la mayoría de los géneros literarios. Originariamente, el cuento se considera una de las formas más antiguas de literatura popular que se transmitía de manera oral. El término se utiliza comúnmente para referirse a diversos tipos de narraciones cortas, como las historias de fantasía, los cuentos infantiles y los cuentos folclóricos o tradicionales. Entre los autores más destacados de cuentos infantiles de renombre internacional se encuentran Perrault, los hermanos Grimm y Andersen, quienes crearon y reescribieron historias atemporales como Caperucita Roja, Pulgarcito, Blancanieves, Barba Azul o La Cenicienta.

cuento

 

Los cuentos más antiguos que se conocen datan de alrededor del año 2000 a.C. y se originaron en Egipto (véase Literatura egipcia). Posteriormente, surgieron las fábulas de Esopo, un escritor griego, y las versiones de los escritores romanos Ovidio y Lucio Apuleyo, basadas en cuentos griegos y orientales con elementos fantásticos y transformaciones mágicas. Además de la famosa colección de relatos indios llamada Panchatantra (siglo IV d.C.), la principal colección de cuentos orientales es Las mil y una noches, que ha sido siempre muy popular. Cada noche, Scheherazade evita ser asesinada por su marido, el sultán, contándole historias apasionantes de diversas culturas. La influencia de esta obra fue crucial para el posterior desarrollo del género en Europa.

Durante la Edad Media, Europa occidental produjo numerosos relatos de diversos temas y estilos. En Francia, los romances de caballería, escritos tanto en prosa como en verso, se hicieron muy populares. El poeta inglés Geoffrey Chaucer y el italiano Giovanni Boccaccio, en sus variadas historias escritas en prosa y verso, conservaron y desarrollaron lo mejor de la tradición antigua y medieval: fábulas, epopeyas de animales, cuentos didácticos-religiosos, romances, fabliaux (cuentos eróticos y de aventuras) y leyendas. Obras destacadas del género son Los cuentos de Canterbury de Chaucer, El conde Lucanor del infante don Juan Manuel y el Decamerón de Boccaccio, que claramente se inspiraron en Las mil y una noches.

Después de Boccaccio, la novella, una narración breve en prosa de carácter realista, se desarrolló como una forma artística en Italia. La influencia de este autor se manifestó en Francia en Las cien nuevas novelas (c.1460), una serie de cuentos en prosa de autor anónimo y carácter burlesco, así como en el Heptamerón (c.1549) de Margarita de Navarra. En el siglo XVII, Jean de La Fontaine en Francia escribió fábulas en verso, basadas en el modelo de Esopo.

En obras como Las mil y una noches, el Decamerón y el Heptamerón se reafirma el significado etimológico de la palabra 'cuento': computum, cómputo. Un cuento sucede a otro en un proceso acumulativo que difiere la llegada de la muerte (Las mil y una noches) o evita enfrentarse con la realidad de la peste que asola a Florencia (Decamerón). De manera similar, los amigos en sus reuniones cuentan chistes, lo que se considera otra forma de relato breve. El mundo de la ficción narrada permite separarse temporalmente de los avatares de la vida cotidiana.

El cuento en el siglo XIX

Durante el siglo XIX, el cuento evoluciona y madura en consonancia con las publicaciones periódicas que aparecen en las revistas literarias. Dichas publicaciones reflejan las principales tendencias literarias de la época. En el Romanticismo se destacan los relatos de Heinrich von Kleist y E.T.A. Hoffmann en Alemania; Edgar Allan Poe y Nathaniel Hawthorne en Estados Unidos, y Nikolái Gógol en Rusia. En Francia, el Realismo florece en la década de 1830, y más tarde desemboca en el Naturalismo, que se basa en la posibilidad de predecir científicamente las acciones y reacciones humanas. Además, el simbolismo y el regionalismo son también influencias estilísticas dignas de mención en el cuento del siglo XIX.

Antes del siglo XIX, la narración de sucesos específicos era el principal elemento del cuento. Sin embargo, a partir de este período, los escritores comenzaron a centrarse más en las motivaciones de los personajes que en los propios acontecimientos. Al mismo tiempo, se prestaron mayor atención a la economía narrativa: estructuración elaborada de los hechos, exclusión de material secundario, control estricto del punto de vista y concisión. Edgar Allan Poe fue el primer escritor que definió de esta manera el relato y demostró su teoría artística en algunos de sus propios cuentos, manipulando el escenario, los personajes y los diálogos para crear inexorablemente en el lector el estado de ánimo necesario para el crimen perfecto.

La concisión y la necesidad de síntesis que se esperan en el cuento revelan su similitud con la poesía. Esto se evidencia en la obra de Poe, cuya Filosofía de la composición se basó en el análisis de su poema “El cuervo”. Los elementos identificados en el poema se convirtieron en la base teórica para la definición del cuento, tal como lo entendemos actualmente. Por su parte, los cuentos de Hawthorne pusieron a prueba el carácter y la importancia moral de los hechos, presentando una descripción ambigua de su realidad física.

Henry James, un destacado maestro del género del cuento, ha influido en varias generaciones de escritores al resaltar la importancia de una "inteligencia central" para configurar y filtrar los elementos de la narrativa. En algunos de sus cuentos, James utiliza el narrador para transmitir una sensación de proximidad y realismo psicológico, mientras que, en otros, como en "El fajo de cartas", experimenta con el punto de vista para presentar la historia a través de una serie de cartas escritas por seis personas que residen en una pensión francesa.

 

En Alemania, la tradición narrativa de la novella italiana fue heredada por escritores como Hoffmann, Kleist y Theodor Storm, quienes la desarrollaron aún más. En este tipo de relato, se presta atención a un acontecimiento singular, generalmente de carácter excepcional, que impacta en uno o varios personajes y culmina en una sorprendente vuelta de tuerca en la trama.

En la primera mitad del siglo XIX, la literatura de cuentos en Rusia se centraba en lo fantástico y lo sobrenatural, y abundaban en ellos relatos de apariciones, fantasmas y seres extraterrestres, al igual que en otras literaturas europeas. Sin embargo, más adelante surgió una corriente realista que se enfocaba en analizar los pensamientos y emociones de los personajes o en criticar la sociedad de la época.

Dentro del género del cuento ruso, se destacan escritores de la talla de Lérmontov, Turguéniev, Tolstói y Chéjov, quienes aportaron a la evolución y consolidación del género. Sin embargo, es importante mencionar la figura de Gógol, quien ejerció una notable influencia en la transformación del género al introducir elementos fantásticos y surrealistas en su relato "El abrigo". En esta historia, un humilde oficinista sufre una profunda crisis cuando le roban su nuevo abrigo, y posteriormente regresa de la muerte como un fantasma con la intención de hacer justicia.

La huella de Gógol se puede percibir en El cocodrilo de Dostoievski, donde un burócrata es devorado por un cocodrilo y empieza a elaborar sus teorías económicas desde el interior del animal. Por su parte, los cuentos realistas de Tólstoi siguen una línea distinta en la literatura rusa. En La muerte de Ivan Illich, por ejemplo, se exploran los pensamientos y sentimientos de un hombre a punto de fallecer, mientras se critica la superficialidad de su familia y amigos, quienes se resisten a confrontar la realidad de la muerte.

Chéjov se destaca como el maestro de la ironía. Para él, el personaje tiene más relevancia que la trama en sí. En El ataque al corazón, un cochero trata de expresar su dolor por la muerte de su hijo a sus pasajeros, pero solo su caballo lo escucha. En Vania, un niño le escribe a su abuelo solicitando ayuda para escapar de su difícil situación, pero envía la carta sin la dirección adecuada y sin sello.

 

En el siglo XIX, Honoré de Balzac y Gustave Flaubert, aunque reconocidos por sus novelas, también escribieron cuentos que fueron muy valorados. Prosper Mérimée, en cambio, se dedicó principalmente al relato, destacando en obras como Colomba o Carmen, en las que, a pesar de su estilo llano y sencillo, transmite con fuerza la pasión. En Francia, el maestro del relato naturalista fue Guy de Maupassant, quien escribió más de 300 cuentos que demuestran su habilidad para encontrar el equilibrio perfecto entre la economía y la estructura formal del relato, y ofrecen una detallada descripción de la sociedad francesa de finales del siglo XIX.

El cuento en el siglo XX

A lo largo del siglo XX, se ha producido una gran cantidad de cuentos en todas las lenguas europeas, así como en varias lenguas asiáticas, de Oriente Próximo y algunas africanas. Sería difícil hacer una lista completa de los principales exponentes del género, pero hay muchos autores que merecen ser mencionados. Por ejemplo, el escritor checo Franz Kafka ha cautivado a los lectores con su habilidad para fusionar la realidad con la fantasía en sus relatos, mientras que explora temas como la soledad humana, la ansiedad y la relación entre el arte y la vida de manera sugestiva e interesante.

La influencia de la tradición yidis en la literatura contemporánea sigue siendo significativa, especialmente en la obra de escritores judíos centroeuropeos como Isaac Bashevis Singer, de origen polaco. Por otro lado, los autores de África subsahariana, independientemente de su raza, comparten la combinación de fantasía, realidad y compromiso político. En este contexto, destacan obras como los Cuentos africanos de Doris Lessing o los Cuentos escogidos de Nadine Gordimer.

Los relatos breves de Asia se sitúan en un punto intermedio entre la tradición y la experimentación contemporánea. Algunos de los autores más destacados en Occidente son el japonés Haruki Murakami y el chino-canadiense Yiyun Li. En Estados Unidos, el cuento ha disfrutado de una gran popularidad y entre los grandes escritores del género a lo largo del siglo XX se encuentran figuras como Edgar Allan Poe, Nathaniel Hawthorne, Flannery O'Connor, John Cheever, J.D. Salinger y Alice Munro.

El movimiento literario del romanticismo, que otorga una nueva importancia al elemento maravilloso como fundamento fundamental del cuento, encuentra su mayor representante en España en la obra de Gustavo Adolfo Bécquer. Durante la primera mitad del siglo XIX, el género evoluciona hacia el costumbrismo y se consolida plenamente en la literatura de la segunda mitad del siglo. Destaca en este período la figura de Fernán Caballero, seguida de importantes escritores de cuentos como Leopoldo Alas Clarín, Juan Valera y Emilia Pardo Bazán.

A medida que el siglo XIX llegaba a su fin, el cuento adquirió un estatus más elevado, equiparándose en importancia a la novela. Este cambio permitió que una serie de escritores pudieran identificar al relato corto con la literatura popular. Tras la Guerra Civil española, el género experimentó un nuevo renacimiento gracias a autores como Ignacio Aldecoa, Ana María Matute, Álvaro Cunqueiro o Juan García Hortelano. En tiempos más recientes, han destacado figuras como Carlos Casares, Javier Marías, Cristina Fernández Cubas o Quim Monzó.

 

A pesar de que el cuento hispanoamericano tuvo sus inicios a finales del siglo XIX con la obra Tradiciones peruanas de Ricardo Palma, la crítica ha enfocado principalmente su atención en la nueva literatura latinoamericana, que se ha convertido en uno de los fenómenos literarios más notables y fructíferos del siglo XX. El autor argentino Jorge Luis Borges explora la condición humana de una manera que recuerda, en cierto sentido, a los mitos de Kafka, y su impacto en la literatura universal es similar al del escritor checo.

La obra cuentística de Jorge Luis Borges se caracteriza por la presencia de elementos fantásticos y la exploración de temas filosóficos y literarios. Entre los motivos recurrentes en sus relatos se encuentran el tiempo, los laberintos, los espejos y los libros ficticios. Entre sus obras de cuentos más destacadas se encuentran Historia universal de la infamia (1935), El jardín de los senderos que se bifurcan (1941), Ficciones (1944), El Aleph (1949) y El libro de arena (1975). Por otro lado, el autor argentino Julio Cortázar, influenciado por Poe y el surrealismo francés, en sus cuentos aborda la existencia de dos realidades paralelas: la cotidiana y la sobrenatural. Algunos de sus principales libros de relatos son Bestiario (1951), Historias de cronopios y de famas (1962) y Octaedro (1974).

Dentro de la corriente literaria argentina vinculada con la evolución del cuento, destaca Horacio Quiroga, autor de un "Decálogo" que establece las reglas a seguir por un buen cuentista: concisión, brevedad, rechazo de lo grandilocuente, ambigüedad, entre otras. A nivel iberoamericano, son notables figuras como la brasileña Clarice Lispector, el colombiano Gabriel García Márquez, la chilena Isabel Allende, el uruguayo Juan Carlos Onetti y el mexicano Juan Rulfo. En la obra de este último, lo mágico y lo inverosímil son tan reales como lo cotidiano y lo lógico. Esta innovadora corriente literaria se conoce como realismo mágico.

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Kilo tapias peralta Escobar

Soy el fundador de Corporación KRONOZ, divulgador de ciencia, amante de la naturaleza, y fiel creyente del error y superación del ser humano, “El tiempo es solo una mera ilusión, el pasado, el presente y el futuro, existen simultáneamente, como parte de un rompecabezas, sin principio ni final”.

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